Francisco de Asís, era un santo italiano y fundador de la Orden Franciscana, las Hermanas Clarisas y La tercera orden, ambas bajo la autoridad de la Iglesia católica en la Edad Media.
Sus padres fueron Pietro Bernardone dei Moriconi y Donna Pica Bourlemont, provenzal; su padre era un próspero comerciante de telas que formaba parte de la burguesía de Asís y que viajaba constantemente a Francia a las ferias locales. Aunque para el santo ni los lujos ni lo material lo cautivaron, su corazón estaba claro respecto a su vida espiritual. Tanto así que pasó a vivir bajo la más estricta pobreza y observancia de los Evangelios.
Cuando estuvo en Egipto, se dedicó a la conversión de los musulmanes al cristianismo. Francisco era ejemplar, su vida religiosa fue austera y simple, por lo que animaba a sus seguidores a hacerlo de igual manera. Se puede decir que fue el primer caso conocido en la historia de estigmatizaciones visibles y externas.
Francisco era admirable, para quienes sabían su origen familiar fue un gran asombro y para otros fue una burla verlo vestido tan humilde, bajo la pobreza que Francisco predicaba y pedía.
Junto a sus discípulos realizaban labores diarias, atendían a leprosos, empleándose en faenas humildes para los monasterios y casas particulares, y trabajando para granjeros.
San Francisco fallece el 3 de octubre del año 1,226, a la edad de 44 años. Fue canonizado por la Iglesia católica en el año 1,228.
En siglos pasados la Villa de Quezaltepeque era denominada “San Francisco Quezaltepeque de la Real Corona”. El Nombre de “San Francisco” no sabemos exactamente su origen. Puede deducirse como una obligación impuesta a los evangelizadores de poner nombre de un Santo a los lugares conquistados o bien que llegasen a Quezaltepeque el día de San Francisco legándonos como patrón al seráfico padre San Francisco.
La Iglesia Parroquial denominada también “San Francisco de Asís” fue una de las más importantes de orden material en el XVIII; Cupo la Gloria y la Honra de haber promovido la construcción de esta monumental obra a don Juan Antonio Gallardo y Barahona, Clérigo Presbítero de Arzobispado de Guatemala y Cura Beneficiado por el Real Patronato de San Francisco Quezaltepeque que por sus propios recursos económicos y bajo la dirección del maestro albañil Felipe Solórzano emprendió en el año de 1,756, los trabajo de la Iglesia que en la actualidad se yergue majestuosa en el centro de la población.
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